Bueno ella y todas las mujeres que han sido madres en el mundo. Ciertamente son fuertes y con mucha capacidad de sufrimiento. Son valientes por naturaleza.
Doy por obvio que los hombres no valemos para ello y ciertamente menos mal. Porque si la naturaleza nos hubiera otorgado esa tarea, íbamos aviados. La especie hubiera quedado atascada, seguramente. Yo que soy cobarde ante el dentista o en las revisiones médicas no podría con el parto. Pero tampoco podría con los diez kilos o más que hay que soportar durante unos meses. No dormir bien, no encontrar postura, no poder tomar nada ni contra el dolor de cabeza, los malestares del primer trimestre y las averías del tercer trimestre, la compresión de todos los órganos internos, el incremento de pulsaciones, las veces que hay que asistir al wc para evacuar líquidos, etc, etc, etc. Yo no podría…
Lo vivo desde fuera, acompañando pero ciertamente ella es la que lo sufre. No es lo mismo ver las pataditas del bebe que padecerlas dentro, por muy “hermoso y maravilloso” que parezca, tiene que ser un putadon, que te den un patadon en el hígado desde dentro. Los papas, debemos reconocer que vemos los toros desde la barrera, la torera es ella.
Por estas y otras cosas que aquí no contare, por lo menos hoy, admiro a mi mujer. Y van dos veces, con esta. El anterior embarazo que trajo al mundo a mi niña, fue en un sentido más duro, por la novedad, y por un tropezón mal dado trabajando que le obligó a estar mes y medio en cama y complico un poco el parto. Este embarazo, en los próximos días nos traerá a un niño. Ya tenemos la parejita, jejeje.
El nene, ya lo anunció de forma universal, se llamará Unai. Y tiene bemoles la cosa, porque hemos tenido una batalla campal, por el asunto del nombre en la familia. La madre, quería Alex, el padre, «osease», yo, quería Alain y Alba, nuestra hija, quería Unai. En condiciones normales, no debía haber ganado la niña, que tiene tres añitos nada más, pero hay que reconocer que es tenaz y eficaz hasta el final. Dos ejemplos claros.
Primera batalla que nos ha ganado. En el barrio todas la vecinas y vecinos nos preguntan directamente “¿Qué tal va el embarazo de Unai?” porque mi hija se ha dedicado a decir por todas partes que su hermanito se llamará Unai. Nosotros, los padres no habíamos hecho, ni previsto la campaña mediática. Por lo que nos ha pegado un palo del copón en difusión de su marca…
Segunda batalla, rotunda y clara. Hace unos días, le volvió a cuestionar a Alba el asunto su madre, proponiéndole buscar algún acuerdo. La respuesta de mi hija fue tremenda: “podéis ponerle el nombre que queráis, pero yo le voy a llamar Unai en cuanto salga de la tripa”. Tócate los hue…. con la niña.
Derrotados, hemos aceptado, que se llamará Unai González Sánchez. Es lo que hay… En fin, que tengo dos mujeres al lado con dos ovarios. Pero hoy quiero abrazar en el ciberespacio a mi mujer. ¡¡¡¡¡Ana, que grande eres y cuanto te quiero!!!!!

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